15 de mayo 2022 , 10:31 p. m.
Con participación masiva y responsable podemos superar la tempestad.
Pocas campañas más malucas que esta en la historia democrática reciente de nuestro país. De rescatar, que se ha preservado la vida de los candidatos, lo que ha de convertirse en la obsesión del Estado colombiano, adoptando todas, todas las medidas que sean necesarias.
Enrarece aún más el panorama que las dos candidaturas que van punteando en las encuestas han denunciado en la última semana hechos que ponen en riesgo sus vidas e integridad física. Ojo.
Por lo demás, ha sido una campaña marcada por los nubarrones de fraude y desconfianza en la Registraduría, sin que los órganos competentes hayan desplegado acciones contundentes en este frente, comenzando por la propia Registraduría. El panorama se enrarece, y siembra unas turbulencias adicionales a las que ya traía nuestro endemoniado sistema electoral.
Ha sido, también, una campaña llena de amenazas regionales, de peligros y perturbaciones del orden público. La mezcla generada por la guerra sin cuartel entre grupos criminales por las rentas ilegales con las retaliaciones tras la extradición de ‘Otoniel’ ha impedido que la democracia opere en extensos territorios de la geografía colombiana donde la batalla se está librando a plomo limpio.