17 de julio 2022 , 10:37 p. m.
Las urgencias del momento y la defensa del bien común exigen una deliberación profunda.
Creo que se equivocan quienes viendo el triunfo de Petro, no habiéndolo acompañado en su campaña, se arrodillan indignos ante el nuevo presidente, suplicantes de migajas de poder. ¡Qué vergüenza! Pero también creo que se equivocan quienes, todavía furiosos ante su triunfo, se resisten a reconocer, enceguecidos, el funcionamiento de nuestra democracia.
Y encuentro que hay muchos de los casi once millones de colombianos que votaron por Rodolfo que hoy se sienten angustiados, molestos e incluso algunos huérfanos porque consideran que el ingeniero regaló la presidencia entre primera y segunda vuelta y porque leen su decisión de no hacer oposición como una traición a su compromiso de enfrentar a Petro.
Ha empezado a dar vueltas una teoría constitucional, que no comparto, según la cual el único obligado a declararse en oposición en el Congreso es el candidato derrotado en segunda vuelta, si quiere usufructuar esa curul en el Senado. La registro porque el malestar de millones de votantes con Rodolfo es manifiesto. Dicen que si Rodolfo quiere apoyar a Petro, bien lo puede hacer, pero desde la calle, no desde la curul reservada para el jefe de la oposición, tal como lo fue Petro en el gobierno de Duque.